Los Grandes ejecutivos pueden ser carismáticos
O sin brillo, generosos o tacaños, visionarios u orientados a los números. Pero todo ejecutivo eficaz sigue
Ocho reglas sencillas.
Un ejecutivo eficaz no necesita ser un líder en el sentido que actualmente se le da a este término. Harry Truman, por ejemplo, no tenía ni una pizca de carisma, pero fue uno de los jefes de Estado más eficaces de la historia de Estados Unidos. Durante mis 65 años de carrera como consultor, algunos de los mejores CEO corporativos y de entidades sin fines de lucro con los que he trabajado no eran líderes estereotípicos. Eran muy di¬versos en términos de personalidad, actitudes, valores, fortalezas y debilidades. Variaban de extrovertidos a solitarios, de relajados a controladores, de generosos a parsimoniosos.
Lo que los volvía eficaces a todos es que seguían las mismas ocho prácticas:
- •Preguntaban ¿Qué hay que hacer?
- •Preguntaban ¿Qué le conviene a la empresa?
- •Desarrollaban planes de acción.
- •Asumían la responsabilidad de sus decisiones.
- •Asumían la responsabilidad de comunicar.
- •Se centraban en oportunidades en vez de problemas.
- •Conducían reuniones productivas.
- •Pensaban y decían “nosotros” en vez de “yo”.
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